13 Carta en botella ... La solidaridad

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Cartas para una tertulia 1996

13 Carta en botella ... La solidaridad


 Debo En multimedia

Debo escuchar otra vez la guitarra del barrio
y recorrer mi ciudad para reconocerla
debo volverme a encantar como supe de niño
y despertar como un dios que alargara la siesta.

Debo leer en el mar la lección de lo inmenso
y renombrar el color que la vida me enseña
debo saber respirar un oxígeno fresco
y regresar a ese sol que contigo me espera.

Debo aprender que mañana es un mundo habitable
lleno de instantes, promesas y besos y sueños 
debo encontrar la semilla del hijo y del padre
debo bañarme otra vez en el claro deseo
en el hondo deseo, deseo.

Debo ponerme a brillar con la luna entreabierta
y recostarme en la paz que humedece tu abrigo
debo saberle cantar a una noche tan nueva
como aquella que una vez estrenaras conmigo.



Es de noche, de madrugada, quizás apunta el primer resplandor que anuncia el sol de la mañana y una botella verde flota entre las olas que se acercan a la playa.

El sol se va levantando y sus rayos empujan la botella hasta mis pies. Taciturno, ensimismado, quieto e inmóvil contemplo el extraño suceso. No pienso, pero veo. Veo una botella de color verde ecológico contaminando el mar o quizás estropeando el paisaje. Pero los ojos de la contemplación que todo lo penetran pueden ver, además de la eterna paradoja del presente, un pergamino interior que sin duda dejó algún náufrago en su lucha por la supervivencia.

Salgo del éxtasis y sin atender al tiempo que pasa recibo el legado que el azar deposita a mis pies. Antes de descorchar la botella sé, de alguna forma que ahí dentro hay la esperanza de un ser humano e ignoro que quizás también esté la esperanza de la humanidad.

El azar es un mensajero imperfecto, el mar un camino incierto y la botella un sobre frágil. Pero su eficacia absolutamente irracional, es mejor que la de esos sobres con sello que se pierden en las sacas de correos, que la de esos fax casi blancos que nadie recibe a pesar del "OK" que nos da la máquina, y todo esto sin pensar en los mensajeros profesionales de la motito, la velocidad y el riesgo ... que están permanentemente en camino.

Pero una botella en el mar anuncia un mensaje, ¿será de amor?, ¿una felicitación o un ascenso? No creo. Sólo os puedo asegurar que incluye una petición de auxilio. Seguro que es una petición y probablemente ahí va la última esperanza de uno que ya es un desesperado. Quizás después de una lucha dentro de mi conciencia pueda decidir si voy a abrir la botella y si voy a atender al grito de socorro que lleva comprimido en su callado interior, pero antes mil excusas y razones me aconsejarán que deje la botella, que no me complique la vida, o mejor, que sacie mi curiosidad y devore la experiencia excluyendo al hombre que la proporciona. Ni siquiera hará faIta esconder la botella de mis semejantes, en este siglo ya nadie me mirará mal por pasar del náufrago mientras bebo de su botella.

Pero hoy el sol me ha iluminado desde el primer minuto y me he preguntado ¿qué le pasará al náufrago, si yo no hago algo por él? La pregunta no tiene más respuesta que su mismo pasar. Nada pasa por esa pregunta, excepto el tiempo, quizá ese náufrago solo será, alguien en la medida en que yo le saque de la botella, de donde esté ahora, del anonimato, de la incomunicación, de la marginación más absoluta. Sólo en esa medida será algo distinto de la nada, del vacío, de ... eso.

Abro la botella dispuesto a cumplir, convencido de que la vida no vale nada, si no es para perecer, para que otros puedan tener lo que uno disfruta y ama (Pablo canturrea en mi mente).

No es fácil. El mar, el tiempo y la sociedad, perdón, la suciedad, obstruyen el tapón ocultando el acceso, mientras en su interior, algo se ha ido haciendo pequeño, se ha hecho el vacío que concentra el ardor amargo y cierra la entrada de lo desconocido, del amor.

Diríase que voy contra corriente. Nada ni nadie me deja asomarme al mensaje, aunque quizás la corriente me lo ha puesto delante. La razón y las excusas me aconsejan irme a vivir a otro lado, pero la vida no vale nada y yo ya me he mojado.

La primera dificultad no puede alejarme del ignoto vacío del naufrago. Voy a ayudarle, aunque tenga que romper la botella, los moldes, y quizás perezca en el intento.

!Un golpe de rabia e impotencia.
!Una botella rota.
!Un huracán de agradecimiento .
!Un alarido de socorro.
!Un silencio aterrador,
y un miedo natural, inundan la playa dorada por el sol matutino.

 
La emoción me embarga, las lágrimas asoman en mis ojos y una curiosidad malsana huye despavorida ante el temor de descubrir algo mas que el morbo.

Lentamente me sitúo frente, al papel y lo miro. El también me observa. He traspasado su frontera. Vengo del otro lado. El se siente débil e indefenso, pero intuye que su, destino está en mis manos, para bien, o para mal. Se siente egoísta, pero es natural, un gesto mío y una cerilla podrían quemar todas sus ilusiones o podrían ser la única luz de su esperanza. Dejarle ahora sería tan cruel como la vida misma. Abordarle sería una violación.

Guardo el pergamino húmedo sobre mi corazón y espero que el día avance, se sequen los temores, nos invada la confianza y por la tarde, cuando las sombras se alargan y nos sentimos mas cerca, busco un lugar tranquilo que después iluminará la luna. Espero un momento para abrir,poco a poco, los pliegues de ese papel y descubrir, entre sus manchas de tinta indeleble, ese mensaje tanto tiempo reprimido que habrá que volverlo a escribir para que tenga sentido.

"Este extraño mensaje que en este momento te escribo yo, te lo mando desde aquí con el temor de que a ti no llegue"

Será difícil ayudar a quien se expresa con tal imprecisión, sería fácil abandonar a su suerte a un náufrago que no sabe de fechas, ni de nombres, ni tiene mas geografía que el aquí y ahora. Pero ya llevo un día con él y... o quizá lo que ocurre es que sólo llevo un día con él y ...

Donde quiera que esté debe ver la misma luna que yo veo y le silbarán los oídos. Aquí hace una noche apacible mientras me duermo voy preguntándome ¿qué he he hecho hoy? La pregunta crece entre sueños y no halla respuesta cabal.

Por la mañana miro al mar en busca de alguna botella pero no veo ninguna aunque esté lleno de ellas. Por lo menos lo he mirado ... lo he intentado ... No sé si eso sirve de algo.

De nada sirve empezar otro día si olvido ese náufrago difícil que exige insolentemente un compromiso del que nada debe saber.

"Mi situación no tiene remedio, no leo, no escucho, no pienso y mi cerebro parlotea constantemente, de forma recursiva."

Realmente no será fácil ayudar a un ser retorcido sobre sí mismo, pero es mejor que lea, escuche, piense, y deje de parlotear para dejar que la verdad se desenrolle suavemente entre mis manos.

"Nada entiendo y nada aspiro a entender,
He visto tantas cosas que ya no quiero ver.
He pedido tanto, que más no puedo pedir.
Creía que ya sólo me quedaba morir,
pero te he visto pasar mirando al mar
sé que me has mirado.
Gracias por hacerme sentir."

Eso es todo. Todo lo que hay escrito.

Dejo de leer, dejo de pensar y dejo caer mis ojos sobre ese mar, me siento solo e inútil, quizás alguien me observe desde una isla invisible, el tiempo se detiene. A mi espalda las gentes vienen y van mirando al suelo como sí siguieran un absurdo rail sobre la acera.
¿Qué puedo hacer por ese náufrago, más que mirar al mar?

Otra tarde sentado en la playa. Otra vez ese mar sin botellas que me hace sentir. Otra vez ese náufrago se refleja en mi mente. Otra vez esa incomprensible sensación de impotencia.

Otra tarde sentado en la playa, y otra, y otra. Casi puedo adivinar la forma de la próxima ola, ya he mirado todas las piedras de esa playa, ya reconozco las pisadas, de esos que miran al suelo, y aquí no hay más botella que la que tarde tras tarde bebe un hombre sentado, bajo una roca.

Le miro, me sonríe y me hace pensar.

Ahora pasamos las tardes mirando al mar sobre las rocas, hemos descubierto una familia de cangrejos y hasta paseamos por la acera.

Unas chicas ilusionadas lanzan su mirada al mar .. Quizás sea el momento demandarles esta carta en botella.

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