Preámbulo a las instrucciones para dar texto al blog

Piensa en esto: cuando te regalan un blog te regalan un enorme infierno florido, una cadena de redes, un calabozo de bits. No te dan solamente un blog; no te regalan solamente ese menudo salpicadero que te ataras a la pantalla y pasearas contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de tí mismo, algo que es tuyo, pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu imagen con su link como un otro yo desesperado colgándose de tu mueca. Te regalan la necesidad de darle texto para que siga siendo un blog; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las technorati, en el anuncio de google, en la estadística de visitas. Te regalan el miedo al ridículo, de que te lo copien, de que se caiga el interés y se calle. Te regalan tu marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu blog con los demás blogs. No te regalan un blog, tu eres el regalado, a tí te ofrecen para el cumpleaños del blog.

Se generoso escribe en el blog de otro

P.S.
Mientras ando dando bocados al viento recupero una vieja adaptación del genio de Cortazar.

La primera mordida de este "pacerse de viento" es solo para advertir que este blog solo pretende soltar alguna idea de uvas a peras, con el único fin de vaciar la cabeza.

Hoy he cerrado la novela colaborativa y como siempre que cierro etapas me siento lo suficientemente agridulce para escribir cuatro lineas.

Ayer leí una crítica de Rayuela, la novela de Cortazar que estoy leyendo, y decía que no tiene un argumento en el sentido clásico, y que incluso puede leerse (ademas de las dos formas establecidas por el autor) mezclando los capítulos al azar. Me pareció una variante genial del disfrutar del "aquí y ahora", sin esperar al desarrollo de argumento alguno.

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